Shakespeare es un suricata africano, como la mayoría. Ayer salió a cazar con su grupo. Otro día más, hasta que se encontraron con una peligrosa serpiente (por su veneno, más que nada) que se había aposentado en una de sus madrigueras. Misión: echar a la serpiente.
Digo ayer, porque fue cuando vi el reportaje en el canal 33 (no recuerdo el programa). Desconozco la fecha real del tremendo acontecimiento que me dispongo a explicar.
Me encantan los documentales de los suricatas después de comer.
Pero ayer...


publicada por AntonioA
Sacad los pañuelos... coged aire...
Todos, en grupo, hicieron frente a la maligna serpiente. En un momento de tensión, nuestro Shakespeare fue mordido en el cuello y en una pierna. ¡Horror! El veneno empezó a actuar inmediatamente. Se retira dolorido (cómo lloraba de dolor... ¡qué lamentos!). Los compañeros insisten un poco más y finalmente abandonan. Pero también le abandonan a él, solo ante su destino fatal. El pobre casi no puede caminar y se enfrenta a los peligros de la calle, de vuelta a casa por un atajo, sin compañeros, cojeando. Se arrastra, se para... ¡qué tormento!, se esconde ante la presencia de las rapaces (no llevan pistolas), se le está haciendo de noche y queda camino que recorrer.
¡Id a buscar más pañuelos!
Finalmente, en medio de la oscuridad, llega a casa, cuando todos ya se han refugiado. Pero está tan derrotado que se queda ante la puerta, sin poder avanzar más... hace acopio de las pocas fuerzas que le quedan y lleno de dolor, consigue alcanzar la entrada de la madriguera. Allí se derrumba y...
¡se acaba el programa!

¿Podrá resistir Shakespeare, el suricata, al veneno que envuelve sus entrañas?
¡Mi héroe!